Una Segunda Oportunidad
Si alguna vez en la historia hubo un hombre que de verdad
perdonó a alguien, fue Tomás Edison, el inventor de la bombilla eléctrica,
también conocido como el foco.
Tras mucho experimentar, por fin había producido el foco
perfecto, resultado final de cientos de pruebas. Era el primer foco eléctrico
que se había hecho jamás, y Edison se sentía sumamente orgulloso y feliz.
Durante años había soñado con aquel momento.
"Jimmy, llévalo arriba, por favor", dijo,
entregándosele a su asistente, Jimmy Price. De pronto se escuchó que algo se
rompía y al volverse, Edison vio su preciado foco hecho trizas en el suelo. ¡A
Jimmy se le había resbalado de los dedos".
Edison no dijo palabra, pero es de imaginarse lo que
pensaría. Regresó a su mesa de trabajo y se puso a hacer otro foco. Pasaron
varios días hasta que por fin estuvo listo el segundo foco. Allí estaba sobre
la mesa frente a su inventor, totalmente terminado.
Entonces Edison hizo algo muy importante en señal de que
había perdonado a su aprendiz por haber roto su primer foco. Con una sonrisa,
le entregó el foco a Jimmy.
"Ten cuidado", le dijo. Le dio al muchacho otra
oportunidad. Jimmy no rompió aquel foco, y así es que ahora tenemos miles de
millones de ellos en el mundo.