21 de julio de 2017

Quemar las Naves

Quemar las Naves

Alrededor del año 335 a.C., al llegar a la costa de Fenicia, Alejandro Magno debió enfrentarse una de sus más grandes batallas. Al desembarcar, comprendió que los soldados enemigos superaban tres veces el tamaño de su gran ejército. Sus hombres estaban atemorizados y no encontraban motivación para enfrentar la lucha: habían perdido la fe y se daban por derrotados. El temor había acabado con aquellos guerreros invencibles. Cuando Alejandro hubo desembarcado sus tropas en la costa enemiga, dio la orden de que fueran quemadas todas las naves.

Mientras los barcos se consumían en llamas y se hundían en el mar, reunió a sus hombres y les dijo: "Observen cómo se queman los barcos. Esta es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos en esta batalla, pues sólo hay un camino de vuelta, y es por mar. Caballeros, cuando regresemos a casa, lo haremos de la única forma posible: en los barcos de nuestros enemigos".

El ejército de Alejandro venció en aquella batalla, y regresó a su tierra a bordo de las naves conquistadas.

22 de junio de 2017

Zona de Confort

Zona de Confort

Excelente video aportado por Inknowation. Reflexión animada que invita a explorar la vida y a cumplir los objetivos y sueños, desde el abandono de la zona de confort.




Excelente video aportado por Inknowation. Reflexión animada que invita a explorar la vida y a cumplir los objetivos y sueños, desde el abandono de la zona de confort.

24 de febrero de 2015

La Gente que nos Gusta

La Gente que nos Gusta


Nos gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla ni decirle que haga las cosas, pues sabe lo que tiene que hacer y lo hace en el menor tiempo posible.

Nos gusta la gente que tiene la capacidad de medir las consecuencias de sus actuaciones, la que no deja soluciones al azar y que es estricta con la gente y consigo mismo, sin perder de vista que somos humanos y nos podemos equivocar.

Nos gusta la gente que piensa en el trabajo en equipo, entre amigos y que no se circunscribe a inútiles esfuerzos individuales, que hacen naufragar los más nobles empeños, generando el caos.

Nos gusta la gente alegre y sin barreras, la que es sincera y franca, y tiene el coraje de decir "NO" exponiendo argumentos y aportando soluciones, es la gente de criterio.

Nos gusta la gente que sabe reconocer sus errores y se esfuerza genuinamente en no volver a cometerlos, la gente que lucha siempre por sus ideales y objetivos, consciente de que los obstáculos que se presentan están ahí para una sola cosa: Superarlos!!!.

Nos gusta la gente positiva, de criterio amplio, que sea capaz de criticarnos constructivamente y de frente, la gente que es solidaria y nos tienda la mano sin reservas, esos son nuestros amigos.

Con este tipo de gente nos comprometemos en lo que sea, así no recibamos ninguna retribución, ya que con tener esta gente a nuestro lado hemos sido retribuidos.


29 de enero de 2015

Una Segunda Oportunidad

Una Segunda Oportunidad



Si alguna vez en la historia hubo un hombre que de verdad perdonó a alguien, fue Tomás Edison, el inventor de la bombilla eléctrica, también conocido como el foco.

Tras mucho experimentar, por fin había producido el foco perfecto, resultado final de cientos de pruebas. Era el primer foco eléctrico que se había hecho jamás, y Edison se sentía sumamente orgulloso y feliz.

Durante años había soñado con aquel momento.

"Jimmy, llévalo arriba, por favor", dijo, entregándosele a su asistente, Jimmy Price. De pronto se escuchó que algo se rompía y al volverse, Edison vio su preciado foco hecho trizas en el suelo. ¡A Jimmy se le había resbalado de los dedos".

Edison no dijo palabra, pero es de imaginarse lo que pensaría. Regresó a su mesa de trabajo y se puso a hacer otro foco. Pasaron varios días hasta que por fin estuvo listo el segundo foco. Allí estaba sobre la mesa frente a su inventor, totalmente terminado.

Entonces Edison hizo algo muy importante en señal de que había perdonado a su aprendiz por haber roto su primer foco. Con una sonrisa, le entregó el foco a Jimmy.


"Ten cuidado", le dijo. Le dio al muchacho otra oportunidad. Jimmy no rompió aquel foco, y así es que ahora tenemos miles de millones de ellos en el mundo.

2 de diciembre de 2014

Sembrar para Cosechar

Los Dátiles del Viejo Eliahu

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En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras. Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Eliahu transpirando, mientras parecía cavar en la arena.-

¿Que tal anciano? La paz sea contigo.
Contigo la paz. - contestó Eliahu sin dejar su tarea.-
¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
- Siembro - contestó el viejo.
¿Qué siembras aquí, Eliahu?
- Dátiles - respondió Eliahu mientras señalaba a su alrededor el palmar.
- ¡Dátiles! - repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez. - El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
- No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
- Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?
- No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé...lo he olvidado... pero eso, ¿qué importa?
- Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.

-          Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto ... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
- Me has dado una gran lección, Eliahu, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, Hakim le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-          Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tu me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-          Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague también esta lección con otra bolsa de monedas.
- Y a veces pasa esto - siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseché no solo una, sino dos veces.

-          Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...



No Tomar Decisiones en Caliente

No Tomar Decisiones en Caliente


Una vez un miembro de la tribu se presento furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente.

¡Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad!

El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo. El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol.

Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que si le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa.

Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar.

También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando.

Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos.

Como siempre, fue escuchado con bondad pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores.

El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su bronca.

Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo:

"Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho".

El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole:

"Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tu mismo".


21 de noviembre de 2014

Sacúdete y Sube

Sacúdete y Sube



Se cuenta de cierto campesino que tenia una mula ya vieja, a la cual quería mucho por todos los servicios que le había prestado. En un lamentable descuido, la mula cayó en un pozo que había en la finca. El campesino oyó los bramidos del animal, y corrió para ver lo que ocurría.

Le dio pena ver a su fiel servidora en esa condición, pero después de analizar cuidadosamente la situación, creyó que no había modo de salvar al pobre animal, y que más valía sepultarla en el mismo pozo.

El campesino llamó a sus vecinos y les contó lo que estaba ocurriendo y los enlistó para que le ayudaran a enterrar la mula en el pozo para que no continuara sufriendo.

Al principio, la mula se puso histérica. Pero a medida que el campesino y sus vecinos continuaban paleando tierra sobre sus lomos, una idea vino a su mente. A la mula se le ocurrió que cada vez que una pala de tierra cayera sobre sus lomos, ella debía sacudirse y subir sobre la tierra. Esto hizo la mula palazo tras palazo.

Sacúdete y sube. Sacúdete y sube!!! Repetía la mula para alentarse a sí misma.

No importaba cuan dolorosos fueran los golpes de la tierra y las piedras sobre su lomo, o lo tormentoso de la situación, la mula luchó contra el pánico, y continuó sacudiéndose y subiendo.

A sus pies se fue elevando el nivel del piso. Los hombres sorprendidos captaron la estrategia de la mula, y eso los animó a continuar paleando. Poco a poco se pudo llegar hasta el punto en que la mula cansada y abatida pudo salir de un brinco de las paredes de aquel pozo.

La tierra que parecía que la enterraría, se convirtió en su bendición, todo por la manera en la que ella enfrentó la adversidad.