24 de octubre de 2014

El Señor de los Anillos

El Señor de los Anillos


"...Hacia el Siglo XII el maestro Agbahar era reconocido por todos en Medina por su sabiduría”.

A él concurrían muchos en busca de consejo y aliento.

Yuzzef hizo un largo viaje para llegar a la casa del Maestro y al llegar su turno le dijo:

-          "Maestro Agbahar, siento que la vida me da menos de lo que merezco... se que debería estar mejor, ser más feliz, poseer más riquezas y sin embargo mi vida es mediocre y en el fondo poco placentera..."

- "Bien, bien..." - contestó el maestro- "Mira... en estos momentos tengo un problema yo, así que te pido tu ayuda para resolverlo y luego podremos seguir con lo tuyo".

Yuzzef se sintió sorprendido de que el maestro no tomase en cuenta su pregunta y le saliese con esta respuesta, pero no pudo menos que decir:

-          "¿Qué necesita maestro?"

- "Tengo que vender urgente este anillo por no menos de UNA moneda de oro... te pido que tomes tu caballo, vayas al mercado y lo vendas... ¡¡pero NO ACEPTES MENOS de una moneda de oro!!"

Dicho esto, tomó el anillo de su dedo y se lo entregó a Yuzzef quién - bastante molesto, para que negarlo - subió a su caballo y se dirigió al mercado a cumplir el encargo.

Una vez en el mercado Yuzzef ofreció a la gente que pasaba el anillo pidiendo el precio que el maestro le había indicado. No consiguió más que burlas de la gente...

-          "Una moneda de oro por ese anillo!!!, Muchacho, tú sí que estás loco...te ofrezco tres de cobre y esta daga..."

La mejor oferta que recibió la obtuvo de una dama de buen aspecto quién envió su criado para que ofreciese una moneda de plata. Horas después y ya cuando el mercado empezaba a cerrar, Yuzzef agotado por el esfuerzo y totalmente decepcionado de tan ridículo encargo optó por regresar a la casa del Maestro.

En el viaje de regreso incluso pensó para sus adentros:

- "¿Será realmente Agbahar tan buen maestro y sabio como se dice?... ¿o sólo un viejo ñoño y ambicioso que pretende una moneda de oro por este pedazo de lata sin valor?"

Al llegar dijo -con cierto tono de molestia en su voz:

-          "Agbahar...me desgañité en el mercado ofreciendo este anillo a todos los que pasaron, pero lo máximo que obtuve fue la oferta de UNA moneda de plata..."

-          "¿Ahá?..." - dijo el maestro casi sin mirar a Yuzzef -"...entonces hazme otro favor. Ve a la casa de Joyero Real que está frente a la Mezquita y dile a él que te indique el valor del anillo...pero NO SE LO VENDAS te ofrezca lo que te ofrezca.. ¿has entendido?

Allí partió Yuzzef a cumplir el nuevo encargo, decepcionado y con la sensación de que el viejo lo tomaba como un sirviente y para peor, no había prestado aún ninguna atención a su consulta.

Al llegar al sitio indicado encontró al Joyero Real casi a punto de cerrar su negocio, con algunos ruegos consiguió que entrase nuevamente y analizase el anillo.

-          "¿Y cuánto cree que puede valer esto?" - preguntó Yuzzef convencido de antemano del escaso valor de la pretendida joya.

- "Bueno...la verdad es que...yo diría..." - titubeaba el Joyero Real mientras miraba el anillo desde todos sus ángulos- "...digamos que podría llegar a valer unas setenta monedas de oro...pero bueno, dado tu apuro yo podría pagarte YA alrededor de cincuenta...cincuenta y tres máximo..."

La mandíbula de Yuzzef cayó dando a su rostro una estúpida imagen e impidiéndole articular palabra alguna.

Esto sin duda fue tomado por el Joyero como una hábil estrategia de regateo, ya que sin darle tiempo a recuperarse le dijo.

-          "Esta bien, está bien...veo que eres un duro negociante, pero no tengo forma de conseguir más de sesenta y dos monedas de oro en este instante..."

Yuzzef sin poder articular palabra aún, logró recuperar el anillo de la mano del Joyero -que se resistía a soltar la joya- y regresó a la casa de Agbahar.

Al ver su rostro sorprendido Agbahar le dijo:

- "Hola Yuzzef, ¿que te ha dicho el Joyero?"
-          "Realmente no lo puedo creer...cotizó el anillo en 70 monedas de oro y llegó a ofrecerme 62 en ese mismo momento...¿quiere que regrese y se lo venda?"

- "No, Yuzzef" -contestó el viejo mientras volvía a colocarse el anillo en su dedo- "conozco el valor del anillo y se trata de una joya más valiosa aún de lo que el pillo del Joyero te la cotizó...este anillo perteneció a Mustafá II el Supremo Sultán, aquí está su sello y cualquier Joyero puede reconocerlo al instante"

-          "Pero...no entiendo...¿y por qué nadie en el mercado llegó a ofrecer más que unas pocas monedas de cobre por él ?"

-          "Porque, Yuzzef, para advertir el valor de ciertas cosas hay que ser un experto. La gente en el mercado a lo sumo podría advertir el brillo del oro o el tamaño de una piedra incrustada, pero ninguno de ellos reconocería el Sello Real en el anillo".


Luego de invitar a Yuzzef con un gesto de su mano a sentarse, Agbahar prosiguió:


-          "Lo mismo ocurre con tu vida...estás esperando que la gente te reconozca...o que el destino te favorezca y no adviertes que el verdadero valor lo da el "sello real" que todos tenemos dentro...regresa y saca provecho de tu vida NO por lo que los demás opinen o te den, sino por el verdadero valor de tu "sello real".

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